Me jalaste el pelo y me preguntaste si me gustaba. Me agarraste de la cadera y me preguntaste si la quería más al fondo. Y me seguiste cogiendo sin parar. Me agarraste la cabeza y la hundiste en la cama. Me comenzaste a dar nalgadas. Sentía que me venía y no quería venirme aún.
Y me volteaste y cogiste una vela. Tiraste la cera encima de mis tetas y me preguntaste si me dolía. Te dije que un poco, pero que no pararas. Me dijiste que no pensabas parar. Comenzaste a dejar caer las gotas de cera por todo mi vientre. Dejaste la vela y me la metiste. Fuerte y hasta el fondo. Y me cogiste las piernas para ponerlas al costado de cabeza y me chupabas los pies. Me empezaste a dar más duro. Y me dolía todo y no te importaba.
Y lloré de dolor, de quemarme, del miedo, de las velas, del condón que comenzaba a incomodarme. Porque me estaba secando, me estaba ardiendo. Pero estaba más arrecha, más seca y más arrecha. Te dije que me la dejaras ver, que quería ver como entraba. Te pregunté si te gustaba. Casi no podías ni hablar.
Comencé a sentir tus huevos como rebotaban. Qué rico. Y te apreté contra mi fuerte y me comencé a sobar suavemente. Y tú querías darme duro y yo te jalaba hacia mí. Y me vine.
Y viste como me venía y no pudiste soportarlo. La sacaste y te viniste en mi cara. Me jabone con toda tu leche y me tragué lo que ya estaba en mi boca.
Y quería más.
Esto pasa cuando uno tiene la misma química y el mismo deseo que la otra parte….. y es la mejor manera de vivir un buen sexo con todas sus letras
Saludos…..
Desde Tocache, San Martín